jueves, 15 de octubre de 2015

Respira, la salud está en el aire


¿Os habéis parado a pensar en algún momento lo importante que es la respiración para nuestras vidas?, puede que si, sin embargo no todos somos lo suficientemente conscientes de lo mucho que puede mejorar nuestra calidad de vida, el saber respirar de forma correcta y conscientemente.


La respiración es una manifestación conductual fundamental del estado psíquico y fisiológico de los seres humanos, que marca el comienzo y el final de la vida. A pesar de que la respiración es una función mecánica o inconsciente, es la única de carácter automática que puede modificarse fácilmente bajo control voluntario.

Os pondré un ejemplo, cuando estamos ante una situación estresante, la musculatura se tensa, se acelera el pulso y la respiración. Es un mecanismo de supervivencia, donde se activa el sistema autónomo simpático y se crea un estado de alerta en nuestro organismo. El objetivo es saber identificar el momento en el que entramos en estos estados de alerta o estrés, tan cronificado en nuestros tiempos debido al estilo de vida que llevamos, y modificarlo para que nuestro organismo vuelva a su estado de equilibrio.

La hiperventilación se caracteriza por ser una práctica respiratoria torácica rápida, con frecuentes jadeos, contracciones abdominales e inhibición de la fase exhalatoria. Es sabido que el síndrome de la hiperventilación crónica está asociado con cambios en la presión sanguínea, tasa cardiaca y debilitamiento neuromuscular. En el plano psicológico, la hiperventilación produce sentimientos de ansiedad, irritabilidad y temor (Clark y Hirschman, 1990). Al hiperventilar se hace hincapié en la inspiración y poco tiempo en la exhalación.

Es más frecuente observar un patrón respiratorio inadecuado en las mujeres que en los hombres. Por respiración inadecuada se entiende un tipo de respiración asociada con niveles alveolares bajos de CO2, frecuencia incrementada, volumen de gas inspirado reducido y ventilación predominantemente torácica (Grossman, 1983).

Varios autores han indicado que la respiración abdominal, más que la torácica, es esencial  para obtener un estado de relajación (Fried, 1990). Además, se ha demostrado que la debilidad del ego se encuentra asociada con un incremento de la frecuencia respiratoria y una disminución de su amplitud (McCollum, Burch y Roessler, 1969).

Buchholz (1994) señala que el hábito de una respiración restrictiva puede impedir que ésta realice sus funciones básicas y genere fatiga, debilidad o enfermedad. La respiración apropiada se debe traducir en una coordinación óptima de los músculos respiratorios, principalmente el diafragma, músculos de la espalda, abdomen, cuello, garganta, pecho y músculos intercostales.
La forma en que respiramos afecta nuestra manera de pensar, de sentir y de comportarnos, y viceversa. Ley (1994) señala que la respiración puede considerarse una variable independiente que afecta aspectos emocionales, cognitivos y conductuales, así como una variable dependiente que refleja los cambios que se producen en estos tres niveles.

Dada la integración a nivel del Sistema Nervioso Central de la actividad respiratoria, los cambios en ella pueden ser acompañados por cambios autonómicos generalizados, de tal forma que la actividad respiratoria ejerce efectos regulatorios significativos sobre la actividad cardíaca. Las frecuencias respiratorias reducidas han sido relacionadas con una diminución de la respuesta electrodérmica en situaciones estresantes. Por otra parte, la actividad respiratoria alterada, a menudo, es característica de estados de ansiedad y tensión (Clark, Salkosky y Chalkey, 1985).

            La frecuencia cardiaca, la presión sanguínea y la actividad nerviosa simpática se incrementan durante la inspiración y disminuyen durante la exhalación, variando también con los cambios que se producen a nivel cerebral (Eckberg, Kifle y Roberts, 1980).

Cuando se incrementa la profundidad de la respiración se produce un aumento de la frecuencia cardiaca así como variabilidad de ésta; también, generalmente, se incrementa el flujo sanguíneo hacia las músculos esqueléticos y de la frente, pero disminuye en las manos y en los pies (Hirsch y Bishop, 1981).
Por otra parte, la retención de la respiración entre la inspiración y la exhalación produce una rápida y pronunciada bradicardia, lo cual aumenta el flujo sanguíneo hacia el corazón y el cerebro (Daly, Angell y Elsner, 1979).

            Algunas precauciones que se deben tener en cuenta para controlar la respiración: personas con presión alta, con problemas del corazón, pulmones, ojos, oídos: no retener entre la inspiración y la exhalación; personas con presión baja: pueden retener momentáneamente entre inspiración y exhalación, pero no después de exhalar; durante el embarazo: no mantener la respiración.

RESPIRACIÓN DIAGRAGMÁTICA O PROFUNDA

Schwartz (1987) señala la eficacia de la respiración diafragmática para promover un estado de relajación generalizado. La ventaja es que se la puede utilizar en cualquier situación para inducir un estado de tranquilidad. Los estudios realizados indican que la práctica de la respiración diafragmática incrementa o estabiliza la temperatura periférica (Fried, 1990), lo cual está asociado con la disminución del arousal simpático. Además, está vinculada psicológicamente con estabilidad emocional, sentido de control sobre el ambiente, calma, alto nivel de actividad mental y física, y ausencia relativa de estresores. Se ha demostrado que esta respiración puede ayudar cuando se sufre de dolores de cabeza, ansiedad, presión arterial alta, alteraciones en el dormir, manos y pies fríos, etc.

Durante la inspiración, el diafragma (principal músculo respiratorio) se aplana hacia abajo. Este movimiento crea más espacio en la cavidad del pecho, lo que permite que los pulmones se llenen totalmente. Durante la exhalación, el diafragma se relaja y retoma su forma de cúpula. Aunque el diafragma funciona automáticamente, sus movimientos pueden ser controlados de manera voluntaria.
Es necesario el entrenamiento en la respiración diafragmática para revertir el hábito de la respiración restrictiva, y de este modo aprender a gestionar mejor el impacto del estrés en nuestras vidas.

Extraído de: Labiano, M. (2006). Estrategias de mejoramiento de la calidad de vida. En Oblitas, L.A. (2006), Psicología de la salud y la calidad de vida (304-307). México: Thomson



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