Cuando hablamos de
enfermedad, la definimos como una alteración más o menos grave en el funcionamiento
del cuerpo. Cuando enfermamos pensamos que es un desorden del organismo, que
tenemos mala suerte o ponemos el peso de la enfermedad en factores casuales y
externos a nosotros.
Pero la enfermedad
no es únicamente dolor y la salud no es únicamente ausencia de enfermedad sino
es un proceso de adaptación en el que confluyen factores biológicos,
psicológicos y sociales.
Nos encontramos ante
un sistema de salud que considera la enfermedad como algo a atacar, luchar,
vencer, etc… Sin embargo, podemos entender la enfermedad como un sistema de
protección temporal y para poder entenderla hay que escuchar el cuerpo
biológico, psíquico y mental. Podemos pensar que la enfermedad es la respuesta
de nuestro cuerpo y que en lugar de venir del exterior (virus, frío, etc…)
viene del interior de uno mismo y es la manera más sana que tiene el organismo
de pedirnos que prestemos atención a nuestras necesidades. Debemos aprender a
escucharnos a nosotros mismos y a responsabilizarnos de nuestra salud.
Hemos evolucionado a
nivel cognitivo gracias a la información y educación. Pero a nivel emocional
las personas seguimos comportándonos como hace miles de años. Hoy en día,
sabemos que tendremos comida para alimentarnos, un techo seguro para
defendernos de agresiones externas pero nos preocupamos por mantener un
trabajo, pagar la hipoteca, conseguir un reconocimiento profesional, etc. Esto
nos provoca el mismo malestar, angustia o nerviosismo (alerta) que nuestros
antepasados. Han cambiado las circunstancias de la vida pero no han cambiado
los estados de ánimo o estados emocionales. Son estas emociones que nos llevan
a estar estresados, a tener miedo, a no aceptarnos a nosotros mismos y a
intentar cambiar lo externo porque no queremos mirar que hay internamente que
nos angustie.
Todo lo que pasa en
nuestro cuerpo está controlado por nuestra mente que funciona como un ordenador que capta la información, la
procesa y la compara con los datos que ya tiene y emite la orden más adecuada
para la supervivencia.
Las emociones son
procesos psicológicos que frente a una amenaza a nuestro equilibrio, ya sea
físico o psicológico, actúan para restablecerlo ejerciendo así un papel
adaptativo. Por esta función adaptativa de las emociones depende de la
valoración que haga la persona frente a ese estímulo externo que pone en
peligro su equilibrio y de la respuesta que genere. Así pues, tanto las
emociones positivas (alegría, buen humor, optimismo) como las negativas (ira,
ansiedad) y el estrés influyen en la salud. Nuestras abuelas ya lo sabían: Nos
decían que la tristeza, la preocupación y otros sentimientos podían dañar el
corazón, arruinar el cutis, hacernos más vulnerables hacia las infecciones y
provocar úlceras.
Así pues, conocer
las emociones es algo fundamental. Reconocer cuál es la emoción que estamos
sintiendo es my útil, ya que nos permite un mayor conocimiento de nosotros
mismos y también nos permite saber canalizar y expresar esas emociones hacia
los demás de la manera más adecuada.
Todas las emociones
son buenas, mirándolas desde el papel adaptativo que juegan, sin embargo hoy se
sabe que si algunas de ellas se salen de los límites normales de forma habitual
durante largos periodos de tiempo, ya no son tan buenas. Debemos escuchar tanto
el cuerpo como a la mente, aceptándonos y cada cuál debe tomar la dirección y
la responsabilidad de su salud.
“El verdadero viaje de descubrimiento, no consiste en buscar nuevos territorios sino en tener
nuevos ojos” (Marcel Proust)
Libros recomendados:
- Descodificación
biológica de Christian Fleche.
- Curación emocional
de David Servan - Schreiber
No hay comentarios:
Publicar un comentario
onaquiropractica@gmail.com