Un profesor
tomó un tarro de cristal grande y lo llenó con piedras de regular tamaño. A
continuación preguntó a sus alumnos si el frasco estaba lleno. Todos dijeron
que sí.
Entonces el
profesor cogió una bolsita de perdigones y la vació en el tarro, agitando un
poco para que fueran llenando los huecos. De nuevo preguntó si el recipiente
estaba lleno. Todos respondieron, riéndose, que ahora sí.
El profesor
sacó entonces una bolsita con arena y la vació en el tarro mientras daba
golpecitos para que se asentara. La arena acababa de llenar los espacios
vacíos.
Me gustaría
que entendieran- dijo el profesor- que esto es como sus vidas. Las piedras
grandes son las cosas más importantes (sus familias, su salud, sus amigos…),
cosas que cuando todo lo demás se pierde todavía llenará sus días. Las
municiones representan cosas que cuentan algo menos, como sus trabajos, sus
casas, sus vacaciones. Y la arena sería todo lo demás, las cosas insignificantes.
Si llenan primero el vaso con la arena, no habrá espacio para las piedras y los
perdigones. Lo mismo ocurre en la vida: si malgastan su tiempo y su energía en
nimiedades no dejarán espacio para lo esencial.
Por lo tano,
establezcan prioridades, el resto es pura arena. Pero entonces
un estudiante se levantó, cogió el frasco que todo el mundo, incluido el
profesor, consideraba lleno y vació una lata de refresco dentro del mismo. Por
supuesto el líquido embebió la arena y rellenó todos los intersticios, dejando
esta vez el frasco verdaderamente lleno….
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