¿Os habéis parado a pensar en algún momento lo importante que es la respiración para nuestras vidas?, puede que si, sin embargo no todos somos lo suficientemente conscientes de lo mucho que puede mejorar nuestra calidad de vida, el saber respirar de forma correcta y conscientemente.
La respiración es una manifestación conductual fundamental del
estado psíquico y fisiológico de los seres humanos, que marca el comienzo y el
final de la vida. A pesar de que la
respiración es una función mecánica o inconsciente, es la única de carácter
automática que puede modificarse fácilmente bajo control voluntario.
Os pondré un ejemplo, cuando estamos ante una situación estresante,
la musculatura se tensa, se acelera el pulso y la respiración. Es un mecanismo
de supervivencia, donde se activa el sistema autónomo simpático y se crea un
estado de alerta en nuestro organismo. El objetivo es saber identificar el
momento en el que entramos en estos estados de alerta o estrés, tan cronificado
en nuestros tiempos debido al estilo de vida que llevamos, y modificarlo para
que nuestro organismo vuelva a su estado de equilibrio.
La hiperventilación se caracteriza por
ser una práctica respiratoria torácica rápida, con frecuentes jadeos,
contracciones abdominales e inhibición de la fase exhalatoria. Es sabido que el
síndrome de la hiperventilación crónica está asociado con cambios en la presión
sanguínea, tasa cardiaca y debilitamiento neuromuscular. En el plano
psicológico, la hiperventilación produce sentimientos de ansiedad,
irritabilidad y temor (Clark y Hirschman, 1990). Al hiperventilar se hace
hincapié en la inspiración y poco tiempo en la exhalación.
Es más frecuente observar un patrón respiratorio inadecuado en las
mujeres que en los hombres. Por respiración
inadecuada se entiende un tipo de
respiración asociada con niveles alveolares bajos de CO2, frecuencia
incrementada, volumen de gas inspirado reducido y ventilación predominantemente
torácica (Grossman, 1983).
Varios autores han indicado que la respiración abdominal, más que la torácica, es esencial para obtener un estado de relajación
(Fried, 1990). Además, se ha demostrado que la debilidad del ego se encuentra
asociada con un incremento de la frecuencia respiratoria y una disminución de
su amplitud (McCollum, Burch y Roessler, 1969).
Buchholz (1994) señala que el hábito de una respiración
restrictiva puede impedir que ésta realice sus funciones básicas y genere
fatiga, debilidad o enfermedad. La respiración apropiada se debe traducir en
una coordinación óptima de los músculos respiratorios, principalmente el
diafragma, músculos de la espalda, abdomen, cuello, garganta, pecho y músculos
intercostales.
La forma en que
respiramos afecta nuestra manera de pensar, de sentir y de comportarnos, y
viceversa. Ley (1994) señala que la respiración puede considerarse una
variable independiente que afecta aspectos emocionales, cognitivos y
conductuales, así como una variable dependiente que refleja los cambios que se
producen en estos tres niveles.
Dada la integración a nivel del Sistema Nervioso Central de la
actividad respiratoria, los cambios en ella pueden ser acompañados por cambios
autonómicos generalizados, de tal forma que la actividad respiratoria ejerce
efectos regulatorios significativos sobre la actividad cardíaca. Las
frecuencias respiratorias reducidas han sido relacionadas con una diminución de
la respuesta electrodérmica en situaciones estresantes. Por otra parte, la
actividad respiratoria alterada, a menudo, es característica de estados de ansiedad
y tensión (Clark, Salkosky y Chalkey, 1985).
La frecuencia cardiaca, la presión
sanguínea y la actividad nerviosa simpática se incrementan durante la
inspiración y disminuyen durante la exhalación, variando también con los
cambios que se producen a nivel cerebral (Eckberg, Kifle y Roberts, 1980).
Cuando se incrementa la profundidad de la respiración se produce
un aumento de la frecuencia cardiaca así como variabilidad de ésta; también,
generalmente, se incrementa el flujo sanguíneo hacia las músculos esqueléticos
y de la frente, pero disminuye en las manos y en los pies (Hirsch y Bishop,
1981).
Por otra parte, la retención de la respiración entre la
inspiración y la exhalación produce una rápida y pronunciada bradicardia, lo
cual aumenta el flujo sanguíneo hacia el corazón y el cerebro (Daly, Angell y
Elsner, 1979).
Algunas
precauciones que se deben tener en cuenta para controlar la respiración:
personas con presión alta, con problemas del corazón, pulmones, ojos, oídos: no
retener entre la inspiración y la exhalación; personas con presión baja: pueden
retener momentáneamente entre inspiración y exhalación, pero no después de
exhalar; durante el embarazo: no mantener la respiración.
RESPIRACIÓN
DIAGRAGMÁTICA O PROFUNDA
Schwartz (1987) señala la eficacia de la respiración diafragmática
para promover un estado de relajación generalizado. La ventaja es que se la
puede utilizar en cualquier situación para inducir un estado de tranquilidad.
Los estudios realizados indican que la práctica de la respiración diafragmática
incrementa o estabiliza la temperatura periférica (Fried, 1990), lo cual está
asociado con la disminución del arousal simpático. Además, está vinculada
psicológicamente con estabilidad emocional, sentido de control sobre el ambiente,
calma, alto nivel de actividad mental y física, y ausencia relativa de
estresores. Se ha demostrado que esta respiración puede ayudar cuando se sufre
de dolores de cabeza, ansiedad, presión arterial alta, alteraciones en el
dormir, manos y pies fríos, etc.
Durante la inspiración, el diafragma (principal músculo
respiratorio) se aplana hacia abajo. Este movimiento crea más espacio en la
cavidad del pecho, lo que permite que los pulmones se llenen totalmente.
Durante la exhalación, el diafragma se relaja y retoma su forma de cúpula.
Aunque el diafragma funciona automáticamente, sus movimientos pueden ser
controlados de manera voluntaria.
Es necesario el entrenamiento en la respiración diafragmática para
revertir el hábito de la respiración restrictiva, y de este modo aprender a
gestionar mejor el impacto del estrés en nuestras vidas.