lunes, 21 de mayo de 2012

Si desgastas tu cuerpo, dónde vas a vivir?


A veces oímos a alguien que dice “Me siento mejor, no creo que tenga que volver”. Toda persona puede elegir si quiere seguir o no el cuidado quiropráctico. Sin embargo, pueden encontrar provechoso considerar el alcance de sus ganancias y qué pasaría si pararan lo que estaba siendo bueno para ellos.

Cuando la gente viene por primera vez a nuestra consulta, la mayoría viene con un estado clínico. Esto quiere decir que sufren síntomas y signos como dolor, rigidez y debilidad. Estas condiciones normalmente son el resultado del desgaste de la salud estado enfermizo, del alivio a la enfermedad. Los problemas de la columna son el resultado de mucho tiempo de estrés y tensión como los hábitos de trabajo, malas posturas a la hora de dormir y preocupaciones, acelerados por accidentes sin vigilar. El incidente final o la causa aparente es simplemente la gota que colmó el vaso.

Los cambios crónicos en la estructura y función de la columna no se pueden reparar de un día para el otro. Obviamente la primera tarea es tener los síntomas bajo control y salir del estado clínico. Una vez esto se ha alcanzado podemos empezar la tarea de ayudar al cuerpo a cicatrizar lo máximo posible para que la gente pueda llevar una vida más activa y provechosa y que cambie el límite de riesgos degenerativos. Tu cuerpo necesita tiempo; tiempo para cicatrizar, tiempo para recuperar su función normal que te permita poder llevar una vida completa. No seas duro contigo mismo, da a tu cuerpo la gracia de cicatrizar los ligamentos, músculos y otros tejidos y remodelar los huesos. Sí, el hueso de un adulto puede cambiar, por eso hay personas que optan por remodelar sus dientes cuando ya son adultos. Dejando tiempo para cicatrizar, tu cuerpo puede ser más fuerte, saludable y capaza de envolverte en los placeres de la vida.

La elección está en intentar ser la mejor persona y más saludable que puedas o simplemente pasar con dificultad por la vida y la elección es tuya.

jueves, 17 de mayo de 2012

Las 10 frases que no deberiamos decir a nuestros hijos


No llores: Es común que, sobre todo a los niños, se les diga desde pequeños “los hombres no lloran”. Sin embargo los especialistas afirman que este no es un buen recurso. Lo único que se logra es que los niños entiendan que llorar está mal o que las emociones son algo vergonzoso que debe esconderse y a la larga esto puede traer problemas de emociones reprimidas que hacen más mal que bien. Lo mejor es usar frases como: “Sé que estás triste porque...

Se lo diré a tu padre: Esta frase también parece ser una de las favoritas de las mamás porque les permite desentenderse del problema, pero tiene varias desventajas: disminuye la autoridad de la propia madre que delega la responsabilidad en papá, otorga un rol negativo al pobre padre que ni la debe ni la teme y los hijos acaban por sentir miedo del momento en que el progenitor llegue a casa. Además, es probable que cuando lo haga, ya se te haya olvidado la razón del conflicto o decidas dejarla pasar.

Déja de molestar: Si cada vez que tu hijo quiere tener un acercamiento contigo oye como respuesta esa frase, lo más seguro es que se forme en él la idea de que nunca tienes tiempo para él y que no vale la pena acercase ya que siempre lo haces a un lado. Lo mejor es explicarle que en ese momento estás ocupado/a pero que más adelante le dedicarás un rato a jugar con él. Establecer reglas y horarios para pasar dedicarles tiempo de calidad a los niños es una excelente idea.

Aprende de tu hermano/a: Las comparaciones en el hogar son cosa de todos días. Lo peor es que parece que los padres no nos damos cuenta de cuánto puede llegar a afectar la comparación, ¡como si hubiéramos olvidado cuando nos pasaba a nosotros! Los niños pueden llegar a molestarse demasiado al escuchar esa frase. Lo mejor es aceptar que cada niño es diferente y se desarrolla a su propio ritmo. Debes darle la oportunidad de ser auténtico y diferente. No tiene que ser la copia de sus hermanos, ni aún del mejor portado o el más estudioso.

Puedes hacerlo mejor: Aunque parece ser una manera de infundirles ánimo para hacer las cosas mejor, puede resultar contraproducente y hacerles sentir que por más que hagan su mejor esfuerzo nunca hacen las cosas bien y que son buenos para nada. Si sientes que tu hijo no está haciendo las cosas de la mejor manera, recuerda que tú estás ahí para enseñarle cómo, pero siempre de buen modo. No los hagas sentir como que nunca hacen las cosas bien porque se pueden quedar con esa idea y mermar la confianza en ellos mismos.

Si no te portas bien te voy a...: Las amenazas que no se cumples tienen un efecto negativo en los niños. No debes decirles que tomarás cierta medida si no estás dispuesto a cumplirla. En lugar de amenazar, sobre todo a los más pequeños que tienden a repetir las travesuras independientemente del castigo que les des, es mejor alejarlos de la situación y llamar su atención hacia otra actividad.

Date prisa: Esta es una buena manera de transmitir el estrés de tu vida a tus hijos. Si todo el tiempo les estás gritando porque ya se hizo tarde, al final ellos terminarán sintiéndose tan o más presionados que tú. Trata de mantener la calma, levántense más temprano y midan el tiempo que necesitan para la preparación diaria antes de salir de casa. Preparar algunas cosas la noche anterior para tenerlas listas en la mañana puede ser una buena opción.

Sólo me das disgustos: Con esta frase los niños sentirán que son una carga o estorbo para los padres y más que darles felicidad les dan molestias. Es una manera de decirles que no los quieres y se sentirán profundamente tristes y llenos de un sentimiento de rechazo y desamor. Trata de explicarles mejor que no se está comportando de la manera adecuada y que eso te está molestado. Recuerda, la observación va sobre su comportamiento, no sobre él niño mismo.